Comiendo (Aime)

Dudo mucho si decir o no mi secreto, pero de todos modos es mejor que Inés lo sepa, pero cuando se ponga bien se lo diré. Hasta entonces trataré de buscar alguna bruja o alguien que me pueda ayudar a liberarme de la maldición. Llegamos en la cafetería. Demasiado libre. Creo que la gente llegará luego a comer. – Todas las mesas están libres así que no será difícil encontrar una mesa. – Vamos a sentarnos. – Voy por un jugo y una ensalada. – No es que esté a dieta. Dudo si dejar que sepa mi secreto o no, pero quizás es mejor. - ¿Qué vas a pedir? – Pregunto. Dejo los cigarrillos en la mesa.

Me acompaña para ir por la comida. En breve regresamos a la mesa. – Me alegro que no hay mucha gente. En breve esto comienza a llenarse. – Me siento dejando todo en la mesa. – ¿Quién lo diría que nos íbamos a llevar bien? – Suelto una pequeña risilla. Por lo pronto me preocupa el estado de Inés y que tengo que contarle lo de mi maldición. – Oye, por cierto, ¿conoces algún tratamiento de…? Sonará loco, pero… algo que aniquile la maldición de una bruja. Y no, no estoy loco. – Espero que no vaya a pensar que estoy loco.

Volvemos a sentarnos. Comienzo a comer de mi comida. – Soy pediatra… por eso pregunto. Es una locura, ya sé, pero bueno… eres la única persona a la que le cuento. – Miro por allí. No pasa nadie. – Pasado la medianoche ya no soy yo. Mi cara es llena de cortes, hierros y demás. Soy una bestia, solo que no pierdo la consciencia. Pero recuerda, por favor, que esto es un secreto y nadie más lo sabe… ni siquiera Leonor tiene que saberlo… - Trago saliva, bebo de mi jugo. No bebo alcohol mientras trabajo.

Es bastante difícil desahogarme con alguien, pero me inspira confianza. Sigo comiendo. – Es difícil, pero trataré por todos los medios, incluso con alguna cirugía si llega a ser necesario, aunque creo que las maldiciones de las brujas no se curan de esta manera. – Quizás haya algún artilugio oculto por allí y que si me voy en alguna aventura lo encontraré para destruirlo y acabar con la maldición o quizás el pacto con algún demonio. Todo es posible. – Mejor cuéntame tus intenciones con Leonor. Me gustaría saber todo de tu vida para saber en qué manos la doy. – Claro, pareciéndome a un padre xD

Tendré que esperar hasta medianoche para que pueda ver las reacciones que tengo cuando comienza a surtir efecto la maldición. – Eso tendrá que ser después de la hora 00:00. No te preocupes que no hago daño ni haré nada malo a nadie. Quizás si hago pacto con algún demonio me libre de la maldición aunque después estaré poseído y a merced de ese demonio. Me da un poco de miedo, pero investigaré. – Luego dijo lo de Leonor. Me aseguro primero que no miente fijándome en sus ojos. – Está bien, más vale que la cuides porque yo también lo haré desde la sombra. Es mi tesoro más preciado. Si hasta parezco un padre, eh jajaja – Rio.

Bebo de mi café. – Eso es lo que yo quisiera saber. Supongo que alguna ex novia… supongo que Teresa fue la que me estaba embrujando aunque suena estúpido, pero no sé… es lo único que se me ocurre… ya sabes que las gitanas tienen poderes hasta para sacarlos por el culo – Rio.

Teresa no era ninguna gitana, pero seguramente haya acudido con alguna bruja. Sigo comiendo. Termino lo que tengo en la boca y bebo del jugo. Ya espero terminar el trabajo para tomar algo de alcohol. – Teresa fue la que me dejó por otro porque tenía dinero. Por Arturo. Pero aun estando con Arturo me estaba buscando. Seguramente ha buscado alguna bruja para que me hiciera alguna maldición. Quería tenernos a los dos seguramente… -

No creo en las maldiciones, pero es la única explicación, sobre todo porque Teresa iba seguidamente con brujas. – Bueno, no te preocupes, ya encontrare alguna solución. Si es necesario, hago pacto con el mismo diablo. – Suena peligroso, pero bueno… Sigo comiendo.

Me termino lo que estaba comiendo. – No te preocupes, ya encontraremos alguna solución. Por cierto, quizás podemos salir en cuatro – Con eso me refiero a Inés. – Pero cuando Inés se recupere. ¿Te gusta el teatro? – 

Saco un cigarrillo para encendérmelo. Le ofrezco de la cajetilla. - ¿Fumas? – Quizás no lo hace, pero bueno. – Gracias de todos modos, ya veré si puedo hacer algo y si puedo hacer algún pacto con el diablo. Entonces en el próximo estreno de teatro, creo que podemos ir hasta al cine. Voy a hablar con Inés. Creo que podremos ir los 4 al estreno de Gru. Esas cosillas amarillas jajaja - 

Guardo la cajetilla y prendo mi cigarrillo. Le doy una calada. - ¿No has visto la película con aquellos dos mininos amarillos? Está buenísima, la estrenaron ahora. -

Me encojo de hombros. No sé qué temas de discusión tiene la pobre Leonor con este hombre, pero bueno… - Ok – Escuchamos el llamado de un médico. – Odio cuando nos interrumpen a la hora de comer, pero bueno, es nuestro trabajo -